En el año 1970 visité por primera vez Tenerife y me presentaron a D. Antonio Rodríguez Acuña, un gran aficionado de La Laguna ya fallecido, aunque no pude visitar su aviario en esa ocasión. El año siguiente, D. Antonio Rodríguez Acuña me llamó por teléfono para pedirme algunos Finos Sevillanos. Vino a mi casa de Alcalá de Guadaíra con su señora y empezamos una gran amistad entre ambas familias que, aún hoy después de casi 50 años, perdura. En esa ocasión se llevó de mi casa varios Finos no de mucha talla y me trajo dos magníficos ejemplares de los canarios que he denominado anteriormente como Melados. En ese mismo año tuve la gran suerte de que un extraordinario criador anteriormente citado, D. Julio García Castro decidió por motivos de edad quitar su aviario y le compré todos sus magníficos ejemplares que eran muy similares al actual Giboso Español. De esos canarios que le compré a D. Julio, le envié varios ejemplares a D. Antonio Rodríguez y en los siguientes años empezamos a intercambiar los descendientes ya cruzados del Fino y el Melado hasta, tras muchos años de intercambios, esfuerzo y dedicación, conseguir el Giboso Español actual. La construcción del Giboso Español fue un trabajo simultáneo, con estrecha colaboración entre ambos, y no podría decir que hubo preponderancia por ninguna de las dos partes, si bien con la perspectiva que dan los años transcurridos puedo afirmar que el beneficiado en último término fui yo, pues tuve la enorme fortuna de aprender mucho de un criador tan excepcional como D. Antonio Rodríguez Acuña.
En mi opinión, el Fino Sevillano estaba más cerca que el Melado, de nuestro actual Giboso, si bien ambos canarios han aportado al mismo distintas características. Mientras que el Melado contribuyó más a su posición, porque era más pronunciada que la del Fino, y a su talla, el Fino Sevillano le transmitió el esternón totalmente descubierto, las patas rígidas y ligeramente inclinadas hacia detrás, los muslos desplumados, la cabeza pequeña, el plumaje corto e intenso y el color intenso de su plumaje. También en el Giboso Español encontramos muchas características que fueron transmitidas tanto por el Melado, como por el Fino Sevillano.